Barichara es un pueblo de Colombia cuyas calles están llenas de tonos rojos y naranjas; son los colores que le da la tapia pisada, una técnica de arquitectura sustentable a base de piedra y tierra con la cual están construidas las viviendas de este lugar.
Fuente tomada de: distintaslatitudes.net
El pueblito recibe cada año, desde 2011, a cineastas, científicos, académicos, ambientalistas y público en general de todo el mundo, quienes se reúnen para la realización del Festival de Cine Verde de Barichara. En la primera edición del evento, llevada a cabo en 2011, se proyectó el documental mexicano “13 pueblos en defensa del agua, el aire y la tierra”, del director Francesco Taboada. El filme retrata la lucha de indígenas de Morelos, México para evitar el despojo de sus territorios. Tras la proyección estaba planeada una charla de una hora entre el público, el director y comunidades indígenas de diferentes lugares. La conversación e intercambio de experiencias duró tres días.
Barichara se ganó el título del pueblito más lindo de Colombia en 1975 tras ganar un concurso organizado por el gobierno colombiano. Los baricharas han estado ligados a la piedra desde sus orígenes en 1702, cuando se supone que la Virgen se le apareció a un campesino tallada en una piedra. De acuerdo con Toto Vega, director general del Festival de Cine Verde de Barichara, a partir de las actividades del festival, la gente del pueblo ha tomado más conciencia sobre prácticas sustentables. Por ejemplo, los habitantes de Barichara han comenzado a trabajar para convertirse en el primer municipio sin plástico de Colombia. “Creemos que los grandes festivales del mundo se hacen en lugares que tienen un branding muy especial. Digamos que este es un festival que se hace en un lugar muy local, no tan grande, pequeño, con una representación nacional pero de carácter internacional”, explicó Vega a Distintas Latitudes.
El Festival de Cine Verde de Barichara, mejor conocido como Festiver, no es el único festival de cine con temáticas medioambientales en nuestra región. Distintas Latitudes localizó 13 festivales cinematográficos de este tipo en 10 países de América Latina. Todos ellos, además de la proyección de obras documentales, de ficción, y animación, ofrecen una gama amplia de talleres, conferencias, mesas de debate, exposiciones, y otras actividades orientadas a hacer conciencia ecológica.
Si después de asistir a la función de un documental sobre las monstruosas islas de plástico que contaminan los mares del planeta y destruyen los ecosistemas, te preguntas cómo vivir de manera más sustentable, casi todos los festivales tienen actividades para encontrar una respuesta. El Festiver de Colombia, por ejemplo, organiza el Encuentro de Sabedores para discutir diferentes temas con expertos de múltiples disciplinas. Este evento también tiene un Mercado Verde donde ofrecen alimentos y productos amigables con el ambiente, organizan grupos para limpiar veredas, e imparten talleres sobre cine y sobre medio ambiente.
A pesar de lo atractivas que puedan resultar las actividades paralelas y los diferentes géneros cinematográficos ofrecidos, el corazón de estos festivales son los documentales sobre medio ambiente, muchas veces de corte educativo. Planteado así, podría sonar poco llamativo para el público. Gustavo M. Ballesté, codirector del Festival Internacional de Cine y Medio Ambiente de México Cinema Planeta, quiso realizar una proyección con música en vivo del documental “Polen. Alas de vida”. La película habla de la importancia de las flores y sus polinizadores en nuestro planeta. Para lograr su cometido Ballesté se enfrentó a numerosos retos: separar la música del audio original pero dejar todos los demás sonidos, armar una orquesta sinfónica con miembros de diferentes orquestas sinfónicas de México, poner a esos músicos a sacar las partituras de oído, conseguir voces en español para el doblaje, entre otros. Tras meses de trabajo, el evento logró llevarse a cabo en Jardines de México, un foro al aire libre ubicado en el estado de Morelos. A la función asistieron 7 mil personas y otras 2 mil se quedaron sin lugar en el estacionamiento, donde organizaron una proyección paralela para que pudieran ver el documental.
En Bolivia se lleva a cabo desde 2011 el Festival Internacional de Cine Verde, el cual proyecta todas las películas de su cartelera al aire libre. Durante sus primeras ediciones se realizaban charlas después de cada función, pero fueron canceladas porque los organizadores notaron que al público no le resultaban tan atractivas. Karina Sauma, directora de comunicación de la Fundación Amigos de la Naturaleza, la cual organiza el festival, contó a Distintas Latitudes que las pláticas se volvían muy técnicas y a la audiencia no le gustaba eso, sino reflexionar sobre sus impresiones y aprendizajes en solitario. “Al día siguiente regresan pero ya no solos, sino en compañía de la familia, amigos, y eso hace que impulse más el motor del festival”.
La mayoría de los festivales localizados por Distintas Latitudes se enfrenta a problemas con su presupuesto. Normalmente no cuentan con una fuente de ingresos fijos, sino que deben buscar constantemente financiamiento y subsidios para sacar adelante sus actividades. Este es el caso de Festiver de Colombia y de Cinema Planeta de México. Algo similar ocurre con el Festival Internacional de Cine y Video Verde de Venezuela, el cual desarrolla cada una de sus ediciones a través de colaboradores y aliados. Especialmente se apoyan en intercambios en especie y en el apoyo de estudiantes que realizan servicio comunitario. Este festival, además, ha visto amenazada su estabilidad por la situación político-electoral y económica del país. Aunque tienen contemplado realizar su edición de este año a finales de 2018, los planes pueden sufrir cambios.
A pesar de los retos financieros, estos festivales logran realizar sus ediciones año con año. La oferta latinoamericana de cine ambiental parece surgir no solo del deseo de ofrecer buenas películas, sino de ofrecer experiencias integrales, las cuales se transformen en acciones sustentables. Toto Vega, director general de Festiver de Colombia, contó en entrevista a Distintas Latitudes que muchas veces los latinoamericanos nos quejamos de la corrupción y los daños ambientales sin pasar a la acción. Vega quiso dejar de quejarse y hacer algo al respecto desde su trinchera como actor. Decidió que la mejor manera de lograrlo era con la creación de un festival donde se genere conciencia ambiental, la cual siempre debe ir acompañada de conversaciones sobre Derechos Humanos. “A la gente no hay que darle el pescado, ni tampoco solo enseñarles a pescar, sino hay que financiar la caña y el anzuelo para que tengan proyectos productivos y sostenibles”.